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Desde el prisma de un abogado penalista, la violencia vicaria representa uno de los aspectos más complejos y perturbadores dentro del espectro de la violencia de género. Es una forma indirecta de agresión en la que el agresor, usualmente un hombre en una relación de pareja o ex pareja, utiliza a los hijos o seres queridos de la víctima para causarle daño psicológico. En otras palabras, no se trata únicamente de un acto de violencia dirigido a una persona, sino a la utilización de otros individuos para ejercer control, miedo y sufrimiento sobre la víctima principal. Desde el ámbito legal, esta figura de la violencia ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, especialmente en la jurisprudencia española, donde ha sido reconocida como una forma específica de violencia de género.

Como abogado penalista, he observado que la violencia vicaria es una herramienta de control extrema, donde el agresor busca herir emocionalmente a la madre a través del sufrimiento de sus hijos. En el contexto penal, este tipo de violencia es particularmente cruel, ya que afecta a varios individuos al mismo tiempo y deja secuelas profundas no solo en la víctima principal, sino también en los niños, que se convierten en peones de una estrategia manipuladora y devastadora.

Concepto de Violencia Vicaria

 

El término «violencia vicaria» fue acuñado por la psicóloga argentina Sonia Vaccaro y se refiere a aquella violencia que un hombre ejerce contra su pareja o expareja a través del daño a terceras personas. Generalmente, se refiere al uso de los hijos, aunque también puede incluir a otros seres queridos cercanos a la víctima. El objetivo principal del agresor es causar un daño emocional irreparable a la madre, consciente de que el sufrimiento de los hijos es una de las formas más efectivas de infligir dolor a una madre.

Desde el punto de vista jurídico, la violencia vicaria se inscribe dentro de los delitos relacionados con la violencia de género, ya que es una forma de maltrato que se da en el marco de las relaciones de pareja o expareja. En muchos casos, esta violencia está acompañada por otras formas de maltrato, como la violencia psicológica, física o económica, lo que agrava aún más la situación de la víctima.

El Impacto Jurídico de la Violencia Vicaria

 

En los tribunales penales, la violencia vicaria es considerada un agravante en los casos de violencia de género. En muchos países, incluida España, se ha avanzado hacia una mayor concienciación y reconocimiento de esta forma de violencia, especialmente en los casos donde el maltrato hacia los hijos tiene como principal objetivo causar sufrimiento a la madre. Las leyes han comenzado a adaptarse para reconocer este tipo de actos como un delito grave, con penas que van desde la privación de la patria potestad hasta la prisión, dependiendo de la gravedad de los actos.

Uno de los puntos más delicados en los casos de violencia vicaria es la dificultad probatoria. Al tratarse de un tipo de violencia indirecta, muchas veces es complejo demostrar que el verdadero objetivo del maltrato hacia los hijos es dañar a la madre. Es aquí donde entra en juego el trabajo del abogado de violencia de género, quien debe recopilar todas las pruebas posibles, incluidas las declaraciones de testigos, informes psicológicos y cualquier otro elemento que ayude a demostrar la intencionalidad del agresor.

El abogado penalista también debe estar familiarizado con las dinámicas familiares que se desarrollan en los contextos de violencia de género. En muchos casos, el agresor utiliza mecanismos sutiles de manipulación y chantaje emocional, lo que dificulta que las víctimas puedan tomar conciencia de la violencia que están sufriendo. Por ello, es fundamental que el profesional del derecho actúe con sensibilidad y comprensión, tanto hacia la madre como hacia los hijos, quienes a menudo son víctimas directas de esta situación.

La Jurisprudencia y la Legislación sobre Violencia Vicaria

En España, la violencia vicaria ha sido reconocida de manera formal por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Este pacto incluyó una serie de medidas legislativas para mejorar la protección de las víctimas y endurecer las penas para los agresores. Asimismo, el Tribunal Supremo ha emitido sentencias en las que se reconoce expresamente que el maltrato hacia los hijos con el fin de dañar a la madre constituye una forma de violencia de género.

Uno de los casos más mediáticos y dolorosos que ha sensibilizado a la opinión pública en relación con la violencia vicaria fue el asesinato de las niñas Anna y Olivia en Tenerife por su padre, Tomás Gimeno, con el único objetivo de infligir el máximo dolor a su madre. Este crimen conmocionó al país y puso de relieve la necesidad de un enfoque más robusto y preventivo para proteger a las víctimas de violencia vicaria.

Reflexión Final

Como abogado penalista, considero que la violencia vicaria es una de las manifestaciones más crueles y destructivas de la violencia de género. A través de este tipo de agresión, el agresor no solo perpetra un acto de violencia contra la madre, sino que convierte a los hijos en víctimas y en instrumentos de su venganza. El derecho penal tiene un papel crucial en la identificación, persecución y sanción de estos actos, pero también en la prevención, garantizando que se ofrezca protección inmediata y efectiva a las víctimas.

La violencia vicaria no solo destruye familias, sino que deja cicatrices profundas en todos los involucrados. Es imperativo que los abogados penalistas y el sistema judicial en su conjunto sigan trabajando para reconocer y combatir esta forma de violencia, ofreciendo a las víctimas las herramientas legales necesarias para recuperar sus vidas y proteger a sus seres queridos.